sábado, 31 de julio de 2010

Misterios y Cambios de Daniel Rodrigues


Daniel Rodrígues abrió las puertas de su casa y demostró como debe ser un verdadero artista del asfalto. Su carrera, la actualidad del rock zonal, nuevo integrante, el rock como tradición familiar y un nuevo material en el horizonte.

Algunos amplificadores e instrumentos de una sala acuatizada para ensayos, fueron el paso previo al estudio de grabación. Dentro del mismo una luz tenue y la música de “Súper Colosal”, último trabajo discográfico de Joe Satriani, le daban un clima especial a ese lugar lleno de historias de vida. En la silla principal el Hombre del Sur, con una mirada confiable y serena nos esperaba hacía un par de horas, dispuesto a revivir retazos de un libro al que aún le quedan varios capítulos por escribir.

¿Cómo fue la etapa de “Factor RH”?
- fueron diez años de mucho trabajo y de muchas satisfacciones. Grabamos tres discos (Factor RH, Vivo por mi, Factor RH III) tuvimos la posibilidad de llegar al viejo estadio Obras como teloneros de “Varón Rojo” (banda española) y de girar por provincias como Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y demás.
Si bien cambiamos varias veces de bajista, la formación más estable fue: Carlos Pérez lindo en batería, Miguel Peralta en bajo y Fernando Mortarini en teclados.
Después de que se separó la banda, intente seguirla con otros integrantes pero no fue lo mismo. Hay gente que aún hoy me pide que vuelva Factor, pero es una etapa pasada. Forma parte de mi experiencia, mi crecimiento, pero no volvería a formar Factor.-

Luego llegó “Crudo”, pero antes estuvo Paralelo-42
- Si. P-42 fue la única banda que no forme yo. Me habían llamado para ofrecerme tocar, pero ya tenían casi todo cocinado cuando yo llegue. No hay registros de ninguna grabación, ni nada. Talvez alguien aya grabado alguna presentación, pero duro muy poco esa banda.
Con “Crudo” grabamos un demo. Incluso como yo había trabajado doblando violas en el estudio, me dijeron que por qué no sumaba otra guitarra para sonar así en vivo, y mi hijo Matías, que ya tocaba en un conjunto que se llamaba “Asfixia”, toco el último tiempo con nosotros.-

¿Cómo empezó tu etapa solista y el momento de comenzar a grabar tus propias cosas?
- Resulta que un amigo de Comodoro me dijo que tenía un porta estudio para grabar y que no le pudo encontrar ninguna utilidad, así que me dijo que me lo llevara si quería. Ahí empecé a grabar mis propias cosas. Cuando le mostré a un amigo lo que había hecho me dijo que no daba para dejarlo solo entre los amigos y así nació Guitarrista del Sur en 2000, el primer disco solista que mezclamos y pasterizamos como pudimos con Mario León. La idea de encarar un proyecto solista era todo un desafío, porque siempre tocaba con bandas, pero acá era ponerle tu nombre, tu cara y que sea lo que tenga que ser.-

¿Por qué el último disco lleva de nombre “Raza en Extinción”?
- Surgió de una charla con mi sonidista. Le dije que en realidad somos una raza en extinción, porque hoy ya nadie trabaja como lo hacemos nosotros. Hoy el músico toca y no le importa más nada que subir conectar y tocar. Casi no existen los que ayudan a colgar tachos de iluminación, los que cargan equipos, los que se pelan las manos laburando para que la cosa salga bien. Y no solo en la música. La gente vive el rock. Por eso han pasado tantos años; tanta historia; tantas guerras; nuevos estilos musicales; modas, pero el rock siempre está, permanece, a veces muta, pero permanece.-

Yendo a la actualidad. ¿Cómo se dio lo del nuevo bajista?
- Bueno con Mariano Iraguen las cosas no venían muy bien y hubo que hacer un recambio. Me tome tres meses para analizar qué hacer. En su momento me dijeron de poner un aviso para hacer casting, pero no me copo la idea y no lo hice. Recibí comentarios de un pibe de Trelew que se llamaba Wilfredo, que tocaba Rockabilly. Un día como a las doce de la noche prendo el celular y tenía llamadas de Miguel Santana, mi sonidista, que había recibido un mensaje de este muchacho para ver si le podíamos tomar una prueba. Después Marcos me dice que en la página un chico llamado Wilfredo había dejado mensajes para que le tomemos una prueba de bajo. Así que lo llame, le dije que venga a charlar con migo, que no le iba a tomar una prueba, quería conversar con el para ver si había química. Anduvo todo joya y al primer ensayo llegó con quince temas sabidos. Ensayamos tres meses y decidimos hacer una presentación en “Los Gardelitos”. Y los resultados están a la vista, un debut fenomenal. Además canta y es justo lo que yo estaba buscando, porque quería una tercera voz para lograr otros matices en vivo.-

¿Qué es lo que más te sorprende de los recitales hoy?
- Últimamente una de las cosas que más me pega es tocar y que la gente se sepa las letras. Hay chicos de 17 años que saben ir y los veos cantando y a veces uno no toma la dimensión de lo que es eso. Una vez tocando con Factor en Pico Truncado se acercó un loco al micro a traerme un regalo y me dijo que el nombre de su hija era en honor a un tema nuestro. Eso es algo tan fuerte que no alcanzas a darte cuenta de lo que generas. Y eso es lo que más me impacta.-

Violas marcadas por el tiempo, fotos amarillas, discos, consolas, micrófonos, pedales de efectos, fueron el marco que cerro la entrevista con uno de los exponentes máximos de nuestra cultura. Ya se vislumbra nuevo material discográfico, el cual apareció suspendido en el aire inesperadamente como por arte de magia, pero eso será tema de otra conversación. Sin embargo, aún en el cierre no quiso dejar pasar la oportunidad para dejar El mensaje: “no hay que perder la ingenuidad, ella sirve para que uno haga cosas sin una pared adelante, despreocupado, porque además no sabes ni lo que va a pasar”

Por: Pablo Cesar Huerta

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